Ganándome la vida (o perdiéndomela, según se mire) de psiquiatra y atrapado entre dos oficios imposibles, el de padre y pareja y el de trabajador de entelequias y desvaríos sin horizonte ni dios que los augure, me dejo rescoldos en cada error que me quema y avanzo a trompicones con más buena intención que con acierto. Nací en Girona, en 1963 y me sigue latiendo ese viejo poso de los que nacimos en dictadura. Nunca me afilié ni a partidos, ni a credos, ni a mí mismo, porque no me fío de ninguno de los tres. Ni siquiera en la montaña llevé casco. Me fui a luchar varios años por la revolución nicaragüense sin billete de vuelta y la revolución me enseñó lo mejor (lo muy mejor) y con el tiempo lo peor (lo muy peor) del ser humano. En todo caso, esos años y los muchos caminados por otras aristas, se acercaron a los mejores años de mi vida, antes de descubrir la vocación profunda de ser padre y de tener raíces donde la tierra te pose. Me he apuntado a todo a lo que no hiciera falta apuntarse, y me he empeñado en llegar siempre tarde a todo. A los talleres de mirarnos a los ojos y a los kilómetros de pistas en la trasera de pick ups, a adoptar y a disfrutar a los pacientes (más de lo que dicen los manuales que hay que hacer).
Escribo, como veréis, mucho, lo que significa seguramente demasiado. Porque nadie inventa nada y todas las ideas, desde Aristóteles, en alguna parte ya están dichas. Todas nos copiamos a todas. En estas páginas está más o menos casi todo en copyleft. Y aunque lo puedas descargar sin más, seré feliz si algún día me escribes, aunque sea solo para contarme que algo de lo que hay te sirvió y que las miles de pipas que ahúman desde hace años los aires de la casa, crean también en estas páginas una atmósfera en la que puedas sentirte a gusto.
No están los textos “literarios”. Esos quedan para compartir con los amigos.